Parecen pretendientes ansiosos y medio torpes: Barack Obama y John McCain se esmeran por cortejar
el voto hispano, que bien podría decidir las elecciones presidenciales de noviembre, y a veces lo hacen a los tropezones.
Más que un problema de lenguaje, sus dificultades responden a que no terminan de entender a un grupo muy diverso. No es cuestión de decir "quiero hablar con sus líderes''.